miércoles, 24 de noviembre de 2010

TESIS DE MARCELO SANHUEZA - SEXUALIDAD

ACÁ ESTÁ LA TESIS COMPLETA

http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2006/sanhueza_m/html/index-frames.html

Extractos de la Tesis de Licenciatura en Literatura 2006, de Marcelo Sanhueza, profesora guía Kemy Oyarzún: “La representación de la sexualidad como discurso de poder en el capitalismo avanzado: en busca del farmakon”.

II. La sexualidad más allá de la esencia.

(…) Con Freud… se produjo la transformación de la Libido sexualis en Libido psíquica, la cual no se encontraría de una manera consciente y libre en nuestro aparato mental, ni tampoco con una forma definible en términos de la lógica tradicional… sino que se manifestaría como un deseo oculto, que en algunas oportunidades (re)aparecería con mayor fuerza. Para el psicoanálisis sería: un deseo, una pulsión reprimida por la cultura, y que se hace patente en un retorno formal de lo reprimido, como en los sueños, los chistes, en lo obsceno, el carnaval.

Los dos principios fundamentales que para Freud regirían la vida psíquica son: El principio del placer y El principio de realidad. Freud considera que: “el principio del placer corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico y que es inútil, y hasta peligroso en alto grado, para la autoafirmación del organismo frente a las dificultades del mundo exterior”. El principio del placer sería considerado… más cercano a la naturaleza, a las pulsiones primarias, las que son reprimidas por el principio de realidad el cual se instauraría e impondría en la vida psíquica -aunque no en absoluto– con la finalidad de posibilitar la autoconservación del yo. El principio de realidad… a la colonización de la mente por los valores culturales (…).

III. El advenimiento de la crítica a la represión. Foucault y la (per)versión de la represión.

(…) Gracias al prestigio alcanzado por Freud y su escuela psicoanalítica, la represión ha ganado un lugar privilegiado para referirse al sistema de poder dominante que “oprime” la sexualidad, y las vidas de los individuos… Por consiguiente, cuando se hace referencia a la represión sexual, se puede (sub)entender que hay un contenido latente y esencial que busca ser liberado de las trabas sociales… Foucault, reflexiona en torno a la historia de los conceptos desde la época clásica hasta nuestros días, mostrando que más allá de una estabilidad esencialista de los mismos, hay toda una construcción histórica de la “verdad”, en un devenir constante… la sexualidad y la locura son planteadas por Foucault como construcciones históricas, culturales, y básicamente occidentales, es decir, que varían de sociedad en sociedad, de época en época. Es necesario partir de la base, de que no hay una “verdad” que trasciende a los conceptos, más bien el concepto es forzado a decir una “verdad”, y se le instalan distintos sentidos, dependiendo de las necesidades culturales generadas en las relaciones de poder… Foucault se interesa por el poder, y dentro de él se encuentra la sexualidad como parte de este dispositivo que se apodera de los cuerpos de las personas, rigiendo también, por sobre sus deseos y anhelos (…).

(…) El poder y la sexualidad están íntimamente relacionados, en cuanto el primero se ejerce como una praxis sobre la segunda. Según Foucault, la censura sobre el sexo surge con la burguesía en el siglo XVII, ayudada por las prácticas de la Iglesia Católica, que durante la Contrarreforma intensificó la inspección, el escudriñamiento y la confesión de los fieles como parte de sus métodos de control desplegados sobre los creyentes… El surgimiento de la sexualidad como concepto digno de un estudio más riguroso, devendría con los avances científicos del siglo XIX, a partir de la denominada Scientia Sexualis. Con ello, se implanta un discurso que “(...) no habría cesado de ocultar aquello de lo que hablaba”, una ciencia que llegaría a reemplazar los discursos prohibitivos de la Iglesia… Siguiendo este hilo conductor, la sexualidad no se trató durante el siglo XIX con mayor amplitud de criterios que bajo el dominio de la Iglesia como ente censor, sino que se basó en los mismos (pre)juicios para construir los distintos movimientos teóricos… Los datos entregados por la ciencia rápidamente se transformaron en verdades imperecederas, por ello, sus estudios quedaban al margen del ambiguo debate ideológico y teológico, usado por la Iglesia (desde su génesis como institución) para validar sus dogmáticas creencias (…).
(…) Freud también entra en el juego de poder discursivo al intentar instalar al psicoanalista como el nuevo confesor en un renovado confesionario: La clínica.

(…) Lo interesante tanto en las discusiones religiosas, como en las científicas o psicológicas, es que la sexualidad es vista siempre desde un punto de vista esencialista relacionada con la naturaleza humana, con los instintos o pulsiones, considerando a los pueblos menos desarrollados; como menos civilizados; con un nivel cultural menor; más libres; con menos tabúes. Lo subyacente a todo esto, es una idea esencialista y homogenizante, incapaz de pensar en las diferencias fuera de los límites del sistema. Foucault con su crítica al concepto de represión, pretende desentrañar, excavar en las relaciones de poder aquello oculto tras los discursos, y que sería realmente el lugar de las disputas por imponer una ideología sobre las otras (…).
(…) La sospecha de Foucault apunta a que la problemática del sexo o más ampliamente de la sexualidad, se produjo no por un deseo de la limitación del placer, sino por “(...)una intensificación del cuerpo, una problematización de la salud y sus condiciones de funcionamiento; de nuevas técnicas para “maximizar” la vida”. Y esto tiene relación intrínseca con un tema no menos importante: la genitalización del cuerpo en el capitalismo, idea excelentemente esbozada y debatida por Marcuse.

(…) La reorientación de la sexualidad, surgida gracias a los aportes de Foucault en este ámbito, manifiestan que se debe considerar como un dispositivo, una máquina de poder, que va a la par con los avances técnicos y científicos y no puede, por tanto, ser definida bajo términos esencialistas.

VI. El sexo, ¿un nuevo farmakon social?

(…) La sexualidad, como parte de la vorágine y exacerbación comercial, se ha transformado en un farmakon y suplemento social. El concepto de farmakon es (re)introducido por Derrida en su ensayo La farmacia de Platón, etimología de origen griego que para Platón y sus coetáneos sería, de igual modo, “remedio” como “veneno”: “Ese farmakon, esa «medicina», ese filtro, a la vez remedio y veneno se introduce ya en el cuerpo del discurso con toda su ambivalencia”.
(…) Por un lado, se manifestaría como un mercado gratificante en términos sensuales y sexuales, y también, una zona de salvación, liberación y purificación de las pasiones. Pero igualmente, puede ser visto como un “veneno”, un placebo, un lugar de la inacción social.

(…) El placer del sexo como expresión estética de un ethos a seguir, es de un profundo vacío, y no porque el sexo no sea placentero y profundo, sino porque la tensión que ha generado el mercado en torno a él, ha situado presiones y pretensiones sobre lo que se desea y necesita.

(…) La primacía del sexo, en su forma (in)actual de mercancía y puesta en práctica en una sexualidad genitalizada, ha garantizado el control social, permitiendo la manipulación de las masas. Se ha dejado con ello, de ser sujetos individuales, aunque esta individualidad sea la base del discurso neoliberal para transformarse en “consumidores”; léxico que tiene el juego anfibológico de ser realización y extinción simultáneamente… La noción de sexualidad, en la (in)actualidad, ha quedado relegada al sexo y la genitalización, perdiendo en ello su carácter ético e instalando una “estética de la sexualidad”.

VII. Conclusión

(…) El farmakon, como bien sabían los griegos del período Helenístico, era una droga, “remedio”, “veneno” y la connotación dependía del contexto en que se utilizara, de igual modo pienso que la sexualidad, en estos momentos, puede ser “remedio” y “veneno”. Pero solamente depende de cómo se le utilice, aunque más importante que este cómo, es quién realice la lectura de ella (…).

No hay comentarios:

Publicar un comentario