sábado, 13 de noviembre de 2010

SELECCIÓN DE MEDITACIONES METAFÍSICAS



ACÁ ESTÁ EL EXTRACTO DE LAS MEDITACIONES METAFÍSICA:

Extracto de las Meditaciones Metafísicas de Rene Descartes.

Primera Meditación

Ya me percaté hace algunos años de cuántas opiniones falsas admití como verdaderas en la primera edad de mi vida y de cuán dudosas eran las que después construí sobre aquéllas, de modo que era preciso destruirlas de raíz para comenzar de nuevo desde los cimientos si quería establecer alguna vez un sistema firme y permanente.... Por todo ello, habiéndome desembarazado oportunamente de toda clase de preocupaciones, me he procurado un reposo tranquilo en apartada soledad, con el fin de dedicarme en libertad a la destrucción sistemática de mis opiniones… Para ello, puesto que la razón me persuade a evitar dar fe de las cosas que no son absolutamente seguras y de las que son abiertamente falsas, me bastará para rechazarlas todas encontrar en cada una algún motivo de duda… Pues bien, todo lo que hasta ahora he admitido como absolutamente cierto lo he percibido de los sentidos o por los sentidos; he descubierto, sin embargo, que éstos engañan de vez en cuando y es prudente no confiar nunca en aquellos que nos han engañado aunque sólo haya sido por una sola vez. Con todo, aunque a veces los sentidos nos engañan en lo pequeño y en lo lejano, quizás hay otras cosas de las que no se puede dudar aún cuando las recibamos por medio de los mismos, como, por ejemplo, que estoy aquí, que estoy sentado junto al fuego, que estoy vestido con traje de invierno, que tengo este papel en las manos y cosas por el estilo. ¿Con qué razón se puede negar que estas manos y este cuerpo sean míos? A no ser que me asemeje a esos locos cuyos cerebros ofusca un pertinaz vapor de tal manera atrabiliario[1] que aseveran en todo momentos que son reyes, siendo en realidad pobres… Perfectamente, como si yo no fuera un hombre que suele dormir por las noches e imaginar en sueños las mismas cosas que cuando estoy despierto… Pero ahora veo este papel con los ojos abiertos, y no está adormilada mi cabeza que muevo, y conscientemente y sensiblemente extiendo mi mano, puesto que un hombre dormido no lo experimentaría con tanta claridad; como si no me acordara de que he sido ya otras veces engañado en sueños por los mismos pensamientos. Cuando doy más vueltas a la cuestión veo sin duda alguna que estar despierto no se distingue con indicio seguro del estar dormido… Pues bien, soñemos y que no sean, por tanto, verdaderos esos actos particulares; como, por ejemplo, que abrimos los ojos, que movemos la cabeza, que extendemos las manos; pensemos que quizá no tenemos tales manos ni tal cuerpo… Por todo ello, deduciremos quizá sin errar que la física, la astronomía, la medicina y todas las demás disciplinas que dependen de la consideración de las cosas, son ciertamente dudosas, mientras que la aritmética, la geometría y otras de este tipo, que tratan sobre las cosas más simples y absolutamente generales, sin preocuparse de si existen en realidad en la naturaleza o no, poseen algo cierto e indudable, puesto que, ya esté dormido, ya esté despierto, dos y tres serán siempre cinco y el cuadrado no tendrá más que cuatro lados; y no parece ser posible que unas verdades tan obvias incurran en sospecha de falsedad… No obstante, está grabada en mi mente una antigua idea, a saber, que existe un Dios omnipotente… Pero, ¿cómo puedo saber que Dios no me induce a errar siempre que sumo dos más dos o numero los lados de un cuadrado?... Supondré, pues, que no un Dios óptimo, fuente de la verdad, sino algún genio maligno de extremado poder e inteligencia pone todo su empeño en hacerme errar…; permaneceré pues asido a esta meditación y de este modo, aunque no me sea permitido conocer algo verdadero, procuraré al menos con resuelta decisión no dar fe a cosas falsas y evitar que este engañador, por fuerte y listo que sea, pueda inculcarme nada.


Segunda Meditación

Pero hay un no sé quién engañador sumamente poderoso, sumamente listo, que me hace errar siempre a propósito… Pero por más que me engañe, no podrá nunca conseguir que yo no exista mientras yo siga pensando que soy algo. De manera que, una vez sopesados de forma escrupulosa todos los argumentos, se ha de concluir que siempre que digo "yo soy, yo existo" o lo concibo en mi mente, necesariamente debe ser verdad. No alcanzo, sin embargo, a comprender todavía quien soy yo, que existo necesariamente… Pero ¿qué soy ahora, si supongo que algún engañador potentísimo, y si me es permitido decirlo, maligno, me hace errar intencionadamente ante todo cuanto puede?... Doy más y más vueltas a la cuestión: no se me ocurre nada, y me fatigo considerando siempre lo mismo. ¿Qué acontece a las cosas que atribuía al alma, como alimentarse o andar? Puesto que no tengo cuerpo, todo esto no es sino ficción. ¿Y sentir? Esto no se puede llevar a cabo sin el cuerpo… ¿Y pensar? Aquí me encuentro con lo siguiente: el pensamiento existe, y no puede serme arrebatado; "yo pienso, yo existo": es manifiesto… No admito ahora nada que no sea necesariamente cierto; soy, por lo tanto, en definitiva, una cosa que piensa, esto es, una mente, un alma, un intelecto, o una razón, vocablos de un significado que antes me era desconocido. Soy en consecuencia, una cosa cierta, y a ciencia cierta existente. Pero ¿qué soy? Ya lo he dicho, una cosa que piensa… Conozco que existo; me pregunto ahora ¿quién, pues, soy yo que he advertido que existo? Es indudable que este concepto, tomado estrictamente en sí, no depende de las cosas que todavía no sé si existen, y, por lo tanto, de ninguna de las que me figuro en mi imaginación.... puesto que imaginar no es otra cosa que contemplar la figura o la imagen de una cosa corporea. Pero sé ahora con certeza que yo existo, y que puede suceder al mismo tiempo que todas estas imágenes y, en general, todo lo que se refiere a la naturaleza del cuerpo no sean sino sueños… ¿Qué soy? Una cosa que piensa. ¿Qué significa esto? Una cosa que duda, que conoce, que afirma, que niega, que quiere, que rechaza, y que imagina y siente... Yo soy una cosa que piensa, esto es, una cosa que duda, afirma, niega, que sabe poco e ignora mucho, que desea, que rechaza y aún que imagina y siente. Porque, en efecto, he comprobado que por más que lo que siento y lo que imagino no tenga quizás existencia fuera de mí, estoy seguro, sin embargo, de que estos modos de pensar que llamo sentimientos e imaginaciones, existen en mí en tanto son solamente modos de pensar.


[1] De carácter destemplado y violento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario