PSICOANÁLISIS Y FREUD
Sigmund Freud (1856-1939) nace en la localidad de Freiberg, perteneciente a la región de Moravia (República Checa). A los cuatro años se desplaza a Viena, donde realizará sus estudios y pasará prácticamente toda su vida. En 1881 se gradúa en medicina, orientando sus investigaciones hacia el terreno de la neurofisiología, tratando de conocer mejor el sistema nervioso. Posteriormente se irá dedicando paulatinamente al estudio de las enfermedades mentales.
Freud es considerado el fundador del psicoanálisis, una nueva terapia para el tratamiento de algunas enfermedades mentales, especialmente las que se agrupan en torno a las neurosis. Pero, para poder poner en práctica dicha técnica, tuvo que estudiar diversos campos de la mente humana. Así, se interesó en estudiar una patología muy frecuente en su tiempo: la histeria. Comienza con técnicas hipnóticas para tratar de aliviar la sintomatología de quienes padecen de este mal, y en el camino descubre un método terapéutico, fue él quien descubrió minuciosamente una técnica, un procedimiento que históricamente conocemos como psicoanálisis. Si bien en sus inicios se aboca exclusivamente a la cura de la histeria (sufridas mayoritariamente por mujeres), aborda luego otros tipos de neurosis, como la paranoia, la neurosis obsesiva o las fobias. Sin embargo, en ese afán por explicar el enigma de la mente humana, Freud se va a encontrar con múltiples elementos que pretenden clarificar el origen de la conducta, las emociones, los pensamientos, las motivaciones, los sueños, etc. Lo que inicialmente se perfila como un instrumento terapéutico, va a alcanzar el nivel de un sistema de pensamiento.
Como postulados básicos del psicoanálisis señalaremos los siguientes:
- La personalidad es como un iceberg, con una pequeña porción visible por encima de la superficie, siendo la parte que sobresale el conciente y la sumergida el inconsciente. El inconsciente es dinámico y ejerce presiones e influencias sobre lo que una persona piensa y hace.
- La personalidad es fruto de la interacción de fuerzas y mecanismos intrasíquicos, y en su organización y desarrollo desempeña un papel relevante el impulso sexual (líbido).
- La infancia es un periodo muy significativo en el desarrollo de la personalidad.
- Su enfoque es clínico, es decir, se apoya en la observación de sus pacientes en situaciones terapeúticas y extrapola sus datos a la población.
NEUROSIS Y TERAPIA PSICOANALÍTICA
Según Freud, todo síntoma neurótico tiene su rigen en un recuerdo traumático o en un deseo reprimido, que han sido pasados al inconsciente y que se manifiestan simbólicamente a través de un síntoma somático (parálisis, tics, etc.) o psíquico (fobias, obsesiones, etc.). Aunque esos acontecimientos hayan sido olvidados siguen vivos e influyentes, incidiendo sobre nuestra conducta. Freud los sitúa en la infancia, cuando nuestro psiquismo está más indefenso, y les asigna un origen sexual, porque considera ésta la pulsión más determinante de la conducta humana. En la actualidad se entiende que no todos nuestros conflictos tienen origen en la infancia, ya que también pueden producirse en la adultez, y que no todos tienen origen sexual, ya que podemos adquirir frustración también desde otros elementos.
Ahora, para Freud la superación de la neurosis es acceder al inconsciente y concienciar los recuerdos reprimidos, para poder eliminar los síntomas. El recuerdo permitirá reelaborar el conflicto, para poder superarlo, que va acompañado de una descarga emocional o tensional (abreacción) al hacer aflorar aquello doloroso que fue reprimido. En un primer momento se recurrió a la hipnosis como vía de acceso, ya que a través de ella se consiguen niveles de conciencia más bajos, pero ésta era insuficiente, pues sólo era eficaz cuando el paciente quería dejarse hipnotizar. Así pues, diseñó una técnica específica, que denominó Asociación Libre de Ideas: el paciente recostado sobre un diván expresa todo lo que le pasa por la mente, sin ningún tipo de censura y sin una finalidad previa (fantasías, sueños, ideas morales, etc.), en un intento de concienciar lo inconsciente. Con esa técnica se percató que los pacientes siempre terminaban en los mismos temas y obsesiones. Sin embargo, aunque el paciente tenga buenas intenciones respecto de la terapia, siempre hay tabúes y autoengaño cuando se acerca mucho al problema que gatilló la neurosis, porque recordarlo es doloroso. Surge así un mecanismo de defensa: la resistencia.
Para vencer la resistencia el terapeuta se pone en el lugar del paciente, le da confianza y comprensión, para intentar generar lo que se denomina transferencia, que es que el enfermo proyecta sobre el analista fantasías y pensamientos, que tienen que ver bastante con las experiencias pasadas que generaron el conflicto; con el analista reproduce las mismas relaciones que tuvo o tiene con quien tuvo el problema.
La terapia supone la interpretación de los datos, la composición de un puzzle con las piezas que el paciente va entregando. A través de la transferencia se recrea la génesis y las subsiguientes elaboraciones de la enfermedad, y se reavivan las emociones enterradas. El objetivo fundamental es que sea el paciente el que llegue por sí mismo a sus propias conclusiones, que lo descubra él mismo, aunque con ayuda del terapeuta, de tal manera que una vez comprendido el problema, el paciente pueda reestructurar la solución neurótica y cambiarla por otra más sana.
Mecanismos de defensa
La motivación es algo que incita, mantiene y dirige la acción de un sujeto, son los móviles que nos impulsan a actuar para alcanzar una meta. Sin embargo, no siempre alcanzamos los objetivos que perseguimos, y cuando esto sucede experimentamos un desengaño o frustración. Ésta, es una experiencia emocional desagradable, incluida por la retirada de recompensas, y produce tristeza, decepción y rabia, experimentando también una desorganización de la conducta. Pese a esto, no siempre reaccionamos enfrentándonos a la fuente o causa de las frustraciones, a veces utilizamos estrategias inconscientes, destinadas a no resolver el problema, sino a evitar el displacer y protegernos contra la ansiedad y frustración. Algunos mecanismos de defensa estudiados por Freud son:
- Represión: consiste en poner una barrera a los sentimientos desagradables e inconfesables, de tal modo que se los sumerge en el inconsciente. Dicho de otro modo, consiste en impedir que los pensamientos y sentimientos dolorosos que producen ansiedad, entren a la conciencia. Por ejemplo: tener el deseo de herir a otra persona.
- Racionalización: con este mecanismo se pretende justificar las ideas o conductas propias, ante el temor de que no sean aceptadas por los demás. Por ejemplo: el alumno que recibe una amonestación y dice a su familia que el profesor “le tiene mala”, o el ejemplo del zorro y las uvas, quien después de inútiles esfuerzos por alcanzarlas, se aleja diciendo: “No importa, total estaban verdes”.
- Negación: Se trata de ignorar las realidades desagradables para no tener que enfrentarse a ellas. Por ejemplo: preocuparse excesivamente por el trabajo, para así no pensar en los problemas personales.
- Fantasía: Consiste en realizar con la imaginación aquello que uno no puede conseguir en la realidad. Por ejemplo: una persona tímida, que se imagina llamándole la atención a un grupo de amigos.
- Identificación: Implica incorporar como propias ciertas características ajenas, es una necesidad evolutiva de los niños que se apropian de las personas que admiran. Ella es positiva si proporciona ideales o finalidades, y es negativa si es exagerada. Por ejemplo: si alguien cree que es Manuel Rodríguez.
- Proyección: Con ella atribuimos nuestros defectos o faltas, pensamientos o deseos inaceptables a otros. Por ejemplo: pensamos que nuestra pareja nos puede ser infiel porque nosotros hemos deseado serlo.
- Regresión: Se pretende volver a una fase anterior de desarrollo, ante una situación de estrés o ansiedad. Por ejemplo: un niño, al nacer su hermano menos, se comporta como si tuviera menos edad.
- Formación Reactiva: Consiste en adoptar o expresar sentimientos contrarios a los verdaderos, denominadas estas conductas “actos disfrazados”. Por ejemplo: decir que no nos enamoraremos nunca más, es reactiva frente a algún fracaso o desilusión, y se presenta ante los demás como una “coraza”, para proteger la vulnerabilidad y evitar nuevos daños.
- Desplazamiento: se descargan sentimientos hostiles sobre personas u objetos que no suscitaron las emociones. Por ejemplo: un padre que le pega a su hijo porque ha peleado con su esposa.
- Compensación: Se oculta el “fracaso” en una actividad, tratando de triunfar en otra. Por ejemplo: se oculta el trabajo profesional bajo el rol de madre.
- Supercompensación: Se intenta triunfar en aquello que se ha “fracasado”. Por ejemplo: Demóstenes, que siendo tartamudo, triunfó como orador.
- Sublimación: Según Freud, muchos impulsos considerados por el sujeto como inaceptables (impulsos agresivos y sexuales) son desviados hacia actividades aceptadas como superiores y sublimes: artísticas, intelectuales o de ayuda social. Por ejemplo: El deseo sexual puede sublimarse escribiendo cartas de amor.
EL PSICOANÁLISIS Y LOS SUEÑOS
Freud observó que sus pacientes siempre le hablaban de sus sueños, y vio en ellos una clave para interpretar los conflictos y deseos inconscientes.
Desde la superstición y algunas religiones, se veía en los sueños la posibilidad de adivinar el futuro, se pensaba que eran premonitorios, mientras que desde las ciencias eran considerados como los restos de la vida diurna, por lo que carecían de importancia. Sin embargo, para el psicoanálisis son fundamentales para conocer nuestra vida psíquica, pues por muy disparatados, caóticos y extraños que nos parezcan, siempre tienen un significado, aunque no nos hablan del futuro, sino del pasado y del presente, por lo que se hacía necesario una interpretación de los sueños. En principio, en todo sueño hemos de distinguir dos planos:
- El contenido manifiesto: es aquello que somos capaces de recordar del sueño, generalmente al despertar (los personajes, los acontecimientos, la trama, la historia, etc.). Lo que “vivimos” en el sueño, que se produce en el ámbito consciente.
- Ideas latentes: es aquello que el sueño representa o significa, aquello que se nos oculta envuelto en la historia, lo que se produce en el ámbito inconsciente
¿Por qué no podemos acceder directamente a las ideas latentes? ¿Por qué aparece el contenido manifiesto? Es una labor del inconsciente, el que partiendo de un determinado número de ideas latentes, éstas lleguen a convertirse en el contenido manifiesto, proceso que denominamos Elaboración Onírica. Pero, ¿por qué se produce este proceso de deformación? Por la represión hacia el inconsciente. Aunque la conciencia es más baja cuando dormimos y la represión es menos fuerte, eso no quiere decir que deje de actuar. Si el contenido del sueño pasara tal cual es, por la naturaleza de las ideas latentes, no sería tolerable para nuestra conciencia. Así, se produce un pacto en el que la censura que guarda el descanso del sujeto sólo permite el paso de las ideas latentes, a condición de que éstas se enmascaren en el contenido manifiesto.
Mecanismos de elaboración onírica
- La condensación: las ideas latentes quedan reducidas al mínimo en el contenido manifiesto, un simple detalle, una frase o un objeto, pueden tener una rica significación.
- Desplazamiento: algo importante en el contenido manifiesto puede representar algo insignificante en el contenido latente y viceversa.
- Simbolización: cuando la idea latente representa un impulso innato o reprimido, es usual que se transforme directamente en un símbolo para enmascararse.
Materiales de elaboración onírica
- Las ideas y conflictos no resueltos durante los días precedentes que conservan la energía o el interés suficiente como para impedir el sueño al sujeto.
- Sensaciones diversas que afectan al sujeto mientras duerme. Éste las incorpora transformándolas e interpretándolas a su modo.
- Deseos eróticos provenientes de la infancia e incorporados al inconsciente.
Motivos de los sueños
- Un impulso innato o reprimido: tenemos deseos que no nos atrevemos a realizar o a comunicar, que incluso pasan por nuestras mentes de manera fugaz, y en ocasiones los rechazamos por intolerables, pues comprobamos que n encajan en el ambiente en que nos encontramos, o que se oponen a nuestros principios morales.
- Un deseo reciente insatisfecho: todo lo que nos preocupa y no podemos resolver, en ocasiones nos dormimos invadidos por problemas que quisiéramos ver solucionados.
Tanto en un caso como en el otro, tiene que ver con nuestra vida diaria y expresan tendencias no resueltas de nuestra vida psíquica, por lo que la razón última del sueño es la de permitir la realización de un deseo que no ha podido verse cumplido en estado de vigilia. Al soñar hacemos en el ámbito simbólico lo que no nos atrevemos, no podemos o no nos dejan en estado de vigilia.
Interpretación de los sueños
Sólo era posible para el psicoanalista si:
- Conocía la vida del sujeto y no sólo el sueño o los sueños que se iban a interpretar. Conocía sobre todo sus vivencias, deseos, preocupaciones, su vida y su entorno, específicamente en el tiempo en que se produjo el sueño.
- Hacía que el sujeto manifestara con sinceridad los recuerdos, ideas, personas, situaciones que se asocien con el contenido manifiesto de sueño en cuestión, incluso, lo que a él mismo le puedan sugerir las imágenes del sueño.
- Interpretaba correctamente los símbolos. Cuando el motivo del sueño era un deseo reprimido procedente del ELLO se manifestaba como símbolo. La mayoría de los símbolos que aparecen en los sueños se refieren a la vida sexual, y ello es así por la importancia que ésta tiene para los seres humanos y la ancestral represión que la cultura ha ido ejerciendo sobre la misma.
PERSONALIDAD Y CULTURA
El movimiento teórico de Freud es muy audaz. Decimos lo anterior pues probablemente no haya nada más fácil que equiparar la noción de ‘conciencia’ y la de ‘psiquis’; nada más fácil que pensar que el interior humano esta constituido por nuestra conciencia, compuesta por elementos ya revisados por nosotros como la memoria y la percepción. Sin embargo, como señalábamos, el movimiento teórico de Freud consiste en desligar ese vínculo que ata el concepto de psiquis al de conciencia. Para Freud la conciencia no es la esencia de lo psíquico. La psiquis se construye sobre la base de dos instancias: el conciente y el inconsciente. Y, precisamente, ésta última es la instancia crucial, fundamental.
Estructura de la Personalidad
A lo largo de toda su obra, Freud desarrolla una compleja teoría de la personalidad, que, basándose en la ya nombrada distinción entre conciente e inconsciente, estructura la psiquis humana en tres niveles o dimensiones: SUPER-YO, YO y ELLO. Freud dirá: “el SUPER-YO, el YO y el ELLO son los tres reinos, regiones o provincias en que dividimos el aparato anímico de la persona” (Freud, Sigmund, Los textos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Altaya, p. 615)
ELLO:
“Es la parte oscura e inaccesible de nuestra personalidad; nos aproximamos al ELLO por medio de comparaciones designándolo como un caos o como una caldera, plena de hirvientes estímulos; (...) carece de organización, no genera una voluntad conjunta y sólo aspira a dar satisfacción a las necesidades pulsionales conforme a las normas del principio del placer. Para los procesos desarrollados en el ELLO no son válidos las leyes lógicas del pensamiento; el ELLO no conoce valoración alguna; no conoce el bien ni el mal, ni moral alguna” (Freud, Sigmund, Los textos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Altaya, págs. 617-618)
El ELLO, lo inconsciente-puro por así llamarlo, es la estructura última y fundamental de la psiquis humana. Estrictamente hablando, es incognoscible: el YO no puede acceder completamente a él. Residen en él las pulsiones fundamentales del ser humano. Una pulsión es el impulso originario del sujeto. Se define en contraposición a estímulo. El estímulo es un factor externo de actividad. Por ejemplo, dilatar las pupilas con el aumento de oscuridad. Por el contrario, la pulsión es un factor interno. Es algo así como la energía que llena e im-pulsa al individuo.
La pulsión es muy parecida al instinto, pero no es lo mismo. Y si bien con este último guarda muchas similitudes, también tiene grandes diferencias. Entre las similitudes podemos contar: ambas realidades representan las peticiones básicas del organismo, ambas representan una demanda corporal que se traslada a lo psíquico. Ambas tienen un asiento material (los órganos del cuerpo). Ambas, además, se orientan irrestrictamente hacia la consecución de su fin, la satisfacción. Cada vez que una parte del cuerpo o un órgano del cuerpo se ve excitado o perturbado, tenderá a la supresión de esta excitación con el objeto de reencontrar la paz. El reencuentro de la paz genera placer, satisfacción. Por ejemplo, la sed: noto todos los signos de las demandas de mi organismo: sequedad en la boca, respiración más agitada, etc. Y esta demanda sólo se ve satisfecha una vez que bebo algún líquido. Este ejemplo, además, nos sirve para diferenciar el instinto (propio de los animales) y la pulsión (propia de los humanos).
El instinto es una pauta de comportamiento animal fijada por herencia genética, que está orientada a satisfacer las demandas orgánicas y de conservación del organismo. Por lo mismo, tienen un objeto definido de satisfacción. En el ejemplo anterior sería el agua. La sed es una petición de supervivencia de parte del organismo que sólo puede ser saciada con agua. Las pulsiones, por el contrario, no tienen un objeto fijo determinado. Las pulsiones, que Freud también denomina “sexualidad primitiva”, son -por así decirlo-, placeres inútiles que no están orientados hacia ningún otro fin que no sea el de la mera satisfacción. Un ejemplo de ello es la sexualidad, que no necesariamente esta orientada hacia su fin biológico, la reproducción.
Por todo ello, Freud concluye que el ELLO está dominado por el principio de placer. Este principio estipula que toda fuente de displacer debe ser suprimida y toda fuente de placer, mantenida.
YO:
“El YO es aquella parte del ELLO que fue modificada por la proximidad y la influencia del mundo exterior- escribe Freud-(...) La relación con el mundo exterior ha sido decisiva para el YO, el cual ha tomado a su cargo la misión de representarlo cerca del ELLO, para bien del mismo, que sin cuidarse de tal ingente poder exterior, y en su ciega aspiración a la satisfacción de las pulsiones, no escaparía al aniquilamiento. En el desempeño de esta función el YO tiene que observar el mundo exterior. De este modo ha destronado al principio de placer, que rige ilimitadamente el curso de los procesos del ELLO, y lo ha sustituido por el principio de realidad, que promete mayor seguridad y mayor éxito” (Freud, Sigmund, Los textos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Altaya, págs. 618-619)
El YO es una estrategia de supervivencia. El YO es el medio gracias al cual las demandas pueden ser satisfechas: el YO es capaz de someterse a un poco de displacer voluntariamente, con el fin de que el objeto de satisfacción pueda ser posteriormente alcanzado.
Por lo mismo, el YO significa el nacimiento de una suma de facultades en el hombre. En primer lugar, la percepción y la atención, esto es, el control sobre los datos que entregan los sentidos. En segundo lugar, la memoria: un registro sobre la experiencia transcurrida. Por último, el discernimiento, la capacidad para distinguir lo que es real de lo que no lo es. Esta última facultad es imprescindible, y con ella se reemplaza la pareja placer/displacer por la pareja real/irreal. Ahora bien, esta capacidad es tan importante pues, por un lado, permite seleccionar aquellos elementos que serán útiles para la satisfacción de la demanda; por otro, pues permite prevenir de un peligro real. Se ha considerado que es donde comienza a insertarse un nivel de conciencia en la psiquis humana (ya que funciona con el principio de realidad), aunque no dejan de estar en él manifestaciones inconscientes, por lo que se le suele llamar la parte preconciente de la psiquis humana. Lo anterior es posible de analizar en las siguientes citas de Freud de El “YO” y el “ELLO” (1923), en Sigmund Freud – Obras Completas, así como se observa la relación que es posible hacer ellos:
“Fácilmente se ve que el YO es una parte del ELLO modificada por la influencia del mundo exterior, transmitido por el preconciente, o sea, en cierto modo, una continuación de la diferenciación de las superficies. El YO se esfuerza en transmitir a su vez al ELLO dicha influencia del mundo exterior y aspira a sustituir el principio del placer, que reina sin restricciones en el ELLO, por el principio de la realidad. La percepción es para el YO lo que para el ELLO el instinto. El YO representa lo que pudiéramos llamar la razón o la reflexión, opuestamente al ELLO, que contiene las pasiones” (…).
“(…) La relación del YO con la conciencia ha sido ya estudiada por nosotros repetidas veces, pero aún hemos de describir aquí algunos hechos importantes. (…)Por un lado tenemos pruebas de que incluso una labor intelectual sutil y complicada, que exige, en general, intensa reflexión, puede ser también realizada preconscientemente sin llegar a la conciencia. Este fenómeno se da, por ejemplo, durante el estado de reposo y se manifiesta en que el sujeto despierta sabiendo la solución de un problema matemático o de otro genero cualquiera vanamente buscada durante el día anterior”.
SUPER-YO:
Ya sabemos que el YO es la herramienta de la que se sirve el ELLO para satisfacer sus demandas. El YO toma en consideración los factores reales que intervienen en la posibilidad o imposibilidad de cumplir tales requerimientos.
Ahora bien, esta viabilidad que el YO examina tiene un carácter físico/temporal. Es decir, toda vez que la demanda sea excesiva con respecto al contexto espacio/temporal en que es ejercida, el YO la inhibe. Por ejemplo, siento una irresistible atracción (que no puedo explicar, pues es inconsciente) por una sopa que tomé en Lima. Evidentemente, mi YO me señala que en este momento (tiempo) y en este lugar (espacio), la satisfacción de esa demanda es imposible. Estoy ahora en Santiago. He allí una imposibilidad física y temporal. Pero, ¿es acaso la única imposibilidad que encontramos en la realización de nuestros deseos? Evidentemente, no. Por ejemplo, no hay ninguna imposibilidad física o temporal en satisfacer mi demanda homicida. ¿Qué es lo que me inhibe, pues? Nos inhiben las pautas morales. Y, ¿cómo entender las pautas morales dentro de este esquema? El SUPER-YO es una nueva estrategia desarrollada por el ELLO para asegurar su supervivencia. Pero, a diferencia del YO que sólo toma en consideración el ambiente físico del sujeto, el SUPER-YO toma en consideración el contexto social. El SUPER-YO es la conciencia moral del individuo. Es el espacio psíquico que ha interiorizado las normas sociales.
Como puede apreciarse, el SUPER-YO instaura un principio de realidad, aunque distinto al del YO. El del YO sólo tomaba en consideración al sujeto solitario y su medio ambiente físico; por el contrario, el SUPER-YO instaura un principio de realidad que no hace referencia al ‘ser’ de las cosas, sino al ‘deber-ser’ de un individuo inserto en una comunidad. El principio de realidad que instaura el SUPER-YO es cultural, es el principio del deber.
El modelo que sigue Freud para explicar esta cuestión es el de Edipo. Edipo es la figura mítica griega que, según la narración de Sófocles, luego de haber descifrado el enigma de la Esfinge, se casa con su propia madre. Psicológicamente hablando, señala Freud, Edipo constituye una etapa en el desarrollo de la sexualidad del niño: éste se enamora perdidamente de su madre y pretende conquistarla. Evidentemente, ello choca con los intereses del padre, que amenaza al hijo: ‘No es correcto que desees eso. No debes hacerlo. De otro modo, serás castigado’. El niño, ante tal agresión externa, intenta primero rebelarse. Pero ocurre que las fuerzas son demasiado desiguales, e indefectiblemente termina cediendo. El niño reprime su deseo e interioriza la norma, esto es, pasa a pensar que es correcta. Al poco tiempo, le encontrará toda la razón al padre (aunque probablemente desarrolle un resentimiento interno), creerá que la lección que ha aprendido es muy afortunada (¡pues nada más problemático que tener relaciones sexuales con la propia madre!) y terminará, en fin, enseñándole eso mismo a su hijos. El deseo ha sido reprimido, ocultado, negado, con el objeto de formar un sujeto socialmente aceptable.
El SUPER-YO consta de dos subsistemas: la conciencia moral y el ideal del yo. La primera se refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y el reproche, mientras que la segunda es una autoimagen ideal que consta de conductas aprobadas y recompensadas. Su objetivo es presionar al YO y señalar cómo debería comportarse, suscitando sentimientos de culpa si no cumple sus exigencias, y por otra parte, inhibir las pulsiones sexuales y agresivas del ELLO.
Los papeles específicos desempeñados de las entidades ELLO, YO y SUPER-YO, no siempre son claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad consta, según este modelo, de muchas fuerzas diversas, en conflicto inevitable, y está formada por elementos concientes e inconscientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario